Cuando está sola
habla en voz alta,
y cada rincón cobra vida.
Y le habla a las plantas,
agradece el aroma a sus lilas,
y regaña al limón que se ha escapado de la bolsa,
y a la bombilla que titila.
Si suena el teléfono,
se disculpa con lo que está haciendo,
no le gustan las llamadas inoportunas,
si acaso alguna visita anunciada.
Y sigue despertando todo lo que le rodea,
también su dolor de cabeza,
Y sueña,
para no quedarse dormida.
Acaricia la mesa,
discute con la tablet,
con las palabras...,
y con la papelera,
repleta de lluvia de ideas.
Cuando sale,
todo queda como en suspenso,
apagado,
como objetos de atrezo,
esperando que empiece
la siguiente función.