Hablemos sin predicar,
debate frente a combate,
aunque nadie gane la partida.
Sin ignorar nuestra ignorancia
en este tráfico de tripas y sensibilidades.
Preguntemos, si quieres, a un chatbot cuánto les importamos.
No hay mayéutica posible cuando el foro no es en nuestro nombre,
y ni siquiera quedan abogados del diablo.
Hablemos sin tanto ruido,
oído frente a odio,
antes que Átropos corte el cordón de nuestro destino y seamos de nuevo silencio.
