Te mando mi beso de cada día,
las manos siempre frías
que calentabas en tu regazo,
te envío las flores que perfumaban la casa y tu vida,
los crucigramas,
un libro,
un lienzo,
tu rosario...,
y te escribo.
Te llevo a mis pretéritos;
-¿A que no te vas a morir nunca?-
Te sueño en mis recientes,
te recupero en olores y en miradas, en tus ratos tejiendo,
en cosas y en casa...
en la familia.
Te susurro una comanda de albóndigas, tortillas, croquetas y arroz con leche,
y te diluyes en los mejores posos.
Luego duele la vigilia inmediata,
la realidad que acaricia y golpea
y te devuelve soñada.
Quisiera atraparlos,
Madre
No hay comentarios:
Publicar un comentario