Lleva más pasado que futuro en el camino,
más hojas caídas que en las ramas,
y una historia de cinco minutos
llena de momentos infinitos.
Arrastró un TOC autoexigente y perfeccionista que le aceleraba el ritmo cardíaco y la vida,
pero curó algún miedo cuando aprendió a desaprender y entendió que vivir es equivocarse.
Ya le sobran muchas cosas...,
y alguna persona.
Guardar¿Para qué?
Todo está tan mal repartido que le avergüenza su ligereza.
Se queda con lo inútil,
con las hojas perennes de un otoño que le trae la soledad alegre,
y más silencio,
para ver lo invisible mejor que nunca,
y, tal vez, contarlo antes que llegue el invierno.
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