Amanece inmensa y perdurable,
y despierta a todas las mujeres que es, además de madre.
Pisa fuerte y segura,
defiende lo que le conmueve,
y cuenta el dolor y la belleza que se esconde en el cordón umbilical de la memoria.
El atardecer la transforma.
Todo le parece provisional y efímero,
y baila a contratiempo,
en un compás de un quizás.
No espera ninguna bella coincidencia que no fuese acordada en soledad,
y lleva un logo en la piel que dice:
"Fuera de temporada"
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