Las mujeres somos mucho más que cuotas,
Y no queremos pedestales ni empoderamiento que fatigue más que libere, ni que tengáis que recordarnos una y otra vez, como si no lo supiéramos, que somos seres con derecho a decidir en libertad, porque cuando se nos está vulnerando ese derecho, la libertad solo es humo.
¿Qué es lo que no se entiende?
¿Quienes lo están explicando mal?
¿A quienes les interesa solo el continente?
¿De qué tienen miedo?
¿Por qué nos llaman feminazis?
Para mí son preguntas retóricas.
Nuestra lucha por la igualdad nada tiene que ver con otorgarnos rangos de santas e intocables. No olvidéis que fuimos brujas que quemaron vivas por hechiceras, sabias y herejes.
Así se contó la historia cuando querías ser un alma libre y valiente en tiempos muy negros y difíciles.
Tampoco hace falta que nos subliméis, no somos perfectas ni falta que hace, ni que nos consideréis seres débiles y vulnerables, porque eso supone una doble lectura de un proteccionismo muy vertical y peligroso para crear yugos disfrazados de sumisión.
Como persona, mujer y feminista no quiero ningún privilegio, ningún derecho especial ni ventajoso, y tampoco ningún control de conciencia, ni trampas solapadas que impidan la igualdad de trato ante derechos humanos y legítimos.
Prefiero la sensatez y el sentido común a un resentimiento reaccionario, de tantos grupos institucionalizados e instrumentalizados que se están cargando nuestra capacidad individual de pensar y de hablar con plena libertad, no sea que mi opinión chirríe.
Felicitémonos cuando logremos la igualdad real y efectiva, cuando la historia haga justicia a tantas mujeres anónimas e invisibles y cuando se luche codo con codo contra la violencia que sufrimos a diario.
Que nadie mercadee con un tema tan importante, ni se apropie méritos políticos a nuestra costa,
y menos aún cuando nos salen tantas ranas.
¡Vayamos unidas!
¡Feliz travesia a todas!
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