Me gusta la difícil sencillez de un verso en toda su pureza,
que se crea, de creer y de crear,
sin la parafernalia que lo convierta en una pompa de jabón,
una metáfora hueca donde esconder el alma,
para lucirlo en una feria de vanidades,
donde se presume más que se dice.
Admiro a quienes tocan el cielo o bajan a los infiernos
para inspirarse en tanta belleza,
y te arrastran a esa bendita locura,
como en una sincera y valiente plegaria,
que sustituye el Amén por el amen,
y el tiempo por eternidades.
( de mi baúl de aprendiz)
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