Siempre me hablaron,
nunca se llevaron el amor que les tuve.
Mis muertos se convirtieron en tierra,
tierra fértil que florece en el mapa de mi vida.
en sus parcelas, en mis huecos.
Soy el agua de su memoria
en ratos de sequía,
y cuando llueve a cántaros.
Pienso en los muertos de las guerras.
No hay tiempo para revolver la tierra,
para ocultar la historia,
ni un minuto para velarles,
para llorar.
Inocentes cuerpos sin mañana,
vulnerables huesos sin ayeres,
inútiles adioses a destiempo,
ya son recuerdo
¿Cuántos de ellos hablarán a sus padres, madres, novias, hijos?
Se diluirán los gestos,
las voces, su entidad...,
su identidad,
y querrán atraparlos
con imanes en la nevera,
imanes evocadores y cotidianos.
Tu vida sin ellos,
Sus muertes sin tí.
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