-Mira papá, está lloviendo.
Saltan recuerdos, como las gotas en la ventana:
barrio, bicicletas y alguna mirada, madre con paraguas, el pan con chocolate,
olor a celindas y acacias...,
y el de mi padre,
siempre a menta y tabaco.
Me encuentro con la niña que partió al alba,
atrapada en un cuerpo de mayor.
-¡Hola! ¿Quieres jugar?,
Me reconoce y me da la mano.
Y llueven palabras desde un almacén de ecos para contar.
A veces, para la inmensa minoría
de mi misma.
Si no, muero un poco,
y el mundo conmigo.
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