Sólo iba a caminar,
y regresé con más de veinte tonos de verdes y ocres,
una enorme alfombra, tupida de hojarasca de acacias, cinamomos y plataneros,
docenas de ladridos y unos cuantos lametones de mis amigos guardianes,
y cientos de trinos, gorjeos y silbidos, escondidos entre olivos y encinas.
Montones de agradables caricias de sol y viento,
algunos adjetivos positivos,
y un extenso horizonte para soñar.
Sólo iba a caminar...
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