Solo ha respirado un momento,
y el aire ya le llega denso.
Ha visto tragedias que fracturan el alma y la paralizan.
No sabe qué hace ahí ni a dónde ir.
Cómo despegar desde la impotencia...
y volar.
No eligió el lugar donde jugar a morir,
ni ser un apátrida asustado y desnutrido, sin hogar ni familia,
aparcado entre escombros y tanta muerte, por la vileza de los vivos,
y en virtud de no se sabe qué muertos.
Los invisibles y "los elegidos".
Eso somos.
No se puede ser asesino y víctima a la vez,
ni los crímenes son acciones,
tampoco un gesto.
Les lanzamos al mar en cestas de mil colores que nadie recoge,
y les dejamos ahogarse
en un océano de lágrimas.
( pintura de Paula Fernández Carrasco)
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