Me cuesta hablar de lo que escribo.
Sé que ocurre gracias y a pesar de todo.
Que hay renglones que ya son nada y nadie.
Que voy perdida o bien segura en ese verso.
Y que en el siguiente puede que todo cambie,
o ni siquiera sea.
Que los acabe tu imaginación, si quiere,
o la necesidad los haga interminables.
Hay más soledad en los finales,
abandonados en brazos desconocidos.
Esta noche los mece la luna
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