viernes, 12 de julio de 2024

Verano del 24

 Otro verano parapetada en estos metros cuadrados repletos de sanadora naturaleza.

Y los habito en el sentido más extenso de la palabra

Aquí todo es vivible y disfrutable.

Puedo aguantar rayos y truenos y desinflamar los incendios de tanta crispación. 


En el portón se tiñen mis grises de colores y no hay más guerras que las de algún gato marcando territorio,

      ¡Vaya!, siempre los machos...

Los ladridos suenan honestos y llenos de alegría,

y los gritos son de niños jugando en el agua.

Hay explosiones de nísperos, ciruelas y brevas para un regimiento. 

Y el único tanque cercano es una cosechadora rezagada.  


La parcela está minada de pepinos y tomates morunos.

Y tengo bancos de hierro y piedra para declarar lo que siento o, simplemente, estar en silencio.

En Agosto los misiles son una lluvia de estrellas.

Y en Septiembre las bombas cuelgan en racimos de uva Airén.

Es mi sitio preferido para firmar con el mundo y conmigo misma una hermosa tregua de paz, 

y poder seguir




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