No te habías ido y ya te echaba de menos.
No supo si era amor antes de convertite en ausencia sublimada.
Porque el tiempo es un tanque implacable,
al que hay que acompañar y guiar para que no te arrolle y te paralice,
retejiendo infinitas soledades y silencios estériles.
Por eso te cambió de plano,
al otro lado de su vida,
el del recuerdo.
Allí quedaste.
Dormido en algún sueño.
Ella siguió buscando su Ítaca
L.C.S
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