jueves, 14 de noviembre de 2024

De puntillas

 Dicen que cuánto menos lo piensas, mas bonito es el recuerdo.

Será por eso que le llegaron tantos aquella tarde de gripe y sofá.

Recordó que le gustaba cantar copla, aún sabe de memoria todas las que oía a su madre, mientras andaba en faenas domésticas, 

y bailar de puntillas sobre sus zapatos Gorila, a pesar de las regañinas por el desgaste de las punteras y su habitual afonía por usar mal la voz, le decían. 

Pero sabía que sus padres estaban bien orgullosos, más de su gracia que del talento. 

Y le abrían corrillos y ventanas a esa niña alegre con tanto desparpajo, que imitaba cantantes en el corral de vecinos, con un cepillo como improvisado micrófono. 

A veces, echando los restos en los gestos y movimientos de un gran y sobreactuado Raphael.

Aquella pequeñaja quería ser bailarina, cantante o actriz...

Quería ser artista.

Y allí se quedó para siempre,

de puntillas, 

en sus zapatos Gorila, 

venciendo equilibrios.



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