Todo es un poco extraño sin su historia,
una historia detenida, que siempre les pertenecerá.
Y cuesta rellenar los huecos que se quedan,
apuntalar lo que se desmorona,
y poner a funcionar de nuevo tu cuerpo, tus acordes... tu sonrisa.
Porque romper no siempre es romperse, ni olvidarse, aunque duela.
Duele más la transición,
cuando todo sigue, excepto ellos,
que han dado tantas vueltas juntos,
y conocen cada pliegue de su piel,
y de sus emociones,
y han crecido,
y se han cuidado...,
y descuidado alguna vez.
Tal vez tendríamos que vivir en soledad para luego compartirnos,
para recuperar la luz que queda de tu voz, de tus ojos, de tus pasos, de tu yo dividido, antes de entrar en otra piel sin miedo,
y que la ausencia no nos deje vacíos,
ni el desamor nos cause nudos y reproches,
ni queden tantas cosas sin contarse,
ni sobren otras tantas repetidas,
ni haya tanto dolor colateral.
No estamos preparados.