A propósito de aislamientos forzosos,
Hay veces que la vida te sorprende tomando el aperitivo en la barra de un bar, mientras esperas impaciente, no sé bien qué ni a quién.
Y te descubres desconectado, hablando con un taburete, por no escuchar vesánicos predicadores a tu lado, despachando juicios de ignorancia supina, para llevar.
Algunos guardando turno para pedir lo mismo, tal vez en copa para marcar la diferencia:
—Una ración recalentada de contradictorios, con fritos y filete de soja, en salsa de benevolencia ligera, regada con elixir de autocomplaciencia
Egos Cabernet.
¡Que aproveche!—
Otras veces, la vida nos sonríe,
y sientes como si tuvieras todo el tiempo del mundo, sin prisas, para ese bello momento, atrapado en una mesa, para dos, cinco o diez.
Eliges de menú fusión de ilusiones, aderezado con semillas y generosas flores a lo Frida Kahlo, de ternura infinita, para compartir.
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