sábado, 1 de mayo de 2021

Reiniciar

Sufro de fatiga pandémica derivada del virus, que asumo y controlo porque sé que es cuestión de semanas o días.
Hay otra, la psicológica, que desgasta más aún si has sufrido una pérdida importante, y es la que, como mucha gente, trato de vencer.
He decidido aplicar ese "carpe diem", que tanto nos llenaba la boca en nuestros años más jóvenes.
Solo está permitido salir a comprar lo básico o a pasear, pues bien, yo aprovecho sobre todo para lo segundo.
Saludo al sol, que me da vida cada día y disfruto igualmente de los días nublados y lluviosos,
que alimentan mi pequeña parte creativa y me aportan tanta belleza.
Mi tiempo confinada me regala miradas introspectivas, que no vienen mal, con el ruido y las prisas de tanto tiempo hacia afuera, y me ayuda a expresar brotes de sentimientos, palabras e ideas de un prolífico "brainstorming" que no cesa.
Estoy leyendo más que nunca.
He desenpolvado el parchís con mi hija, y me han regresado acogedores domingos de mesa camilla y brasero.
Quizás tengamos que recuperar ese "lógico nonsense"de la inocente infancia, que con tanta magia creó Carroll en Alicia en el país de las maravillas, y al que alude mi amigo Tomás Megía en su bonito poema.
Es escapar para encontrarse.
Me tomo el vermut del sábado y del domingo, con almendras recién tostadas y elijo pelis aparcadas por falta de tiempo y por haber comprado en su momento tantas colecciones.
Intento disfrutar de mi burbuja, olvidarme de patentes inhumanas, subastas de salud al mejor, más rico y mezquino postor, y no escuchar chovinistas políticos, negacionistas crispados, ni a periodistas sin escrúpulos, que basan sus principios deontológicos en un top de audiencias.
Me aburren tantos enteradillos en redes, opinando de todo sin saber de nada, o peor aún, algunos analfabetos emocionales que juzgan todo y a todos desde sus más ocultos complejos y prejuicios.....
De repente, llega un instante en el que tu mente hace ¡clip! o ¡crash!
Te rompes y estallas.
Es cuando hay que parar, como Mafalda, y bajarse de esta vorágine y viaje a ninguna parte, alejarse y descansar para después de haber limpiado tanta basura, volver, no hay otra.
La carga se hace más ligera, y subimos de nuevo con esperanza renovada y recuperada.
El dolor es dolor, no sufrimiento, y pasará.
La respuesta para la pregunta del millón;
No sé si de esta saldremos mejores personas y desconozco la metamorfosis que produzca en cada cual experiencias tan fuertes.
Somos quiénes somos, pero creo que si aplicáramos el "sálvese quien pueda", quizás salvaríamos mucho más de lo que creemos,
para empezar, a nosotros mismos.




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