Las calles están con resaca de estos días; más calladas y menos luminosas.
Algún papá Noel rezagado, sigue trepando paredes y ventanas.
Los contenedores aún rebosan restos de comidas excesivas, botellas de buenos deseos y algún brindis al sol.
En el suelo, montones de envoltorios de ilusiones infantiles.
Y en las casas sobran camas, sillas, perchas, cajones, platos, vasos, cubiertos...y huecos,
enormes huecos que ralentizan el dia y nos dejan las huellas de abrazos y voces muy recientes, de dulces y animadas sobremesas, hablando todos a la vez. Notas improvisadas en un piano, un villancico a dos voces, las burbujas de nuestras risas y alguna lágrima desde el retrovisor,
y el camino se llena de mágicas migas de pan para el regreso.
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