lunes, 20 de diciembre de 2021

Aporofobia

 No está en nuestras manos decidir cuándo y dónde nacemos. Ambos términos podrían analizarse como adverbios de azar, tanto en nuestra morfología lingüística como biológica.

Cuando la suerte nos ha sonreído y somos unos privilegiados, no debería molestarnos que muchos desafortunados se vean obligados a huir por tremendas y vitales razones de sus países, abandonar sus hogares y separarse, a veces sin reencuentro, de sus seres queridos.
Tampoco impedirles que luchen y expongan sus vidas por querer cambiarlas.
No se niegan pases a quienes traen dinero o tienen una relevancia social y mediática, claro.
Si no, molestan, no son bienvenidos y levantamos muros con corazones de cemento, alambres hechos de egoismo y cuchillas afiladas con la ciega ignorancia del prejuicio.
Les llamamos ilegales, cuando lo propio sería irregulares.
Ilegales son quienes vienen a invertir dinero de dudosa procedencia, quienes trafican con sus vidas o aquellos que les explotan.
Hay un término acuñado hace unos años por la filósofa Adela Cortina y admitido por la RAE: "Aporofobia": Rechazo al migrante o refugiado pobre, que se extiende y contagia más que esta cruel pandemia.
Tristeza y vergüenza oir expresiones generalizables y descalificativas contra el migrante pobre, alentadas por un discurso xenófobo, desde ciertos estrados politicos y en algunos medios, estigmatizándoles de aprovechados, violentos y delincuentes y condenándoles a la más cruel y absoluta miseria.
En estas fechas, encendemos el planeta de luces, no precisamente feéricas, como un neón gigante,
...y la nuestra apenas brilla.
La Navidad debería tocar conciencias, sobre todo para quienes la reivindican y celebran como el nacimiento de Jesús, hijo de refugiados huidos de Judea.







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ojos

Alguna vez retaron al sol y se rindieron a las estrellas. Han llorado mares de emociones,  y se han perdido ávidos y curiosos en miles de li...