martes, 15 de febrero de 2022

Amen, sin tide

 


¡Que me perdonen Cupidos y San Valentines!

No quiero aguar la fiesta del Amor a nadie, y menos en estos tiempos tan necesitados de gestos afectivos, 

y de expectativas comerciales para cada día de...

Es verdad que en su nombre se ha creado mucha belleza, 

pero también se han cometido las peores atrocidades.

Puede mover y parar el mundo;

pero en este puerto de mi vida, lo reconozco más en las pequeñas cosas.

No es un contrato indefinido, aunque dure toda la vida, 

ni se arrincona o se exhibe como un trofeo. 

No es amor si se domestica, manipula o ningunea,

si le asfixias o te lo apropias, como si se tratase de una posesión para siempre.

Sus flechas no hieren, orientan, 

y sus lazos no atan rosas por encargo, 

unen flores diferentes en un mismo proyecto de vida.

No se utiliza para tapar nuestra ignorancia emocional,

ni es un mero deseo desbordante y apasionado que urge impaciente y luego ni me acuerdo,

Si le sublimas en poemas y canciones para alimentar egos, 

en vez de cuidarlo y disfrutarlo tal cual es.

No se escurre en roles interesados 

ni te hace sentir inútil.

No se crean conflictos innecesarios en su nombre, 

aunque a veces cueste;

lo reconozco más en treguas y en pactos.

Tampoco se alarga en años de inerte quietud,

y de soledad compartida.

Es difícil definirlo, por eso es el gran sentimiento, 

y sabes cuando lo encuentras;

donde hay amor, su luz lo descubre, aunque a veces surjan apagones.


 ¡Felicidades a quienes disfrutan 

de esa bella claridad!






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