Habría que parar tanta traca de testosterona,
que despliega armamentos como si se midieran sus atributos,
llama daños colaterales a las víctimas, favores a los derechos humanos, y viceversa,
detener el esperpento de discursos dementes, que consideran errores,
ni siquiera pecados mortales, los abusos a menores si se cometen en el seno de la iglesia,
sentar en un banco a la sombra a Don dinero, que llama ignorantes a las personas mayores,
obligadas a actualizar sus vidas en Apps virtuales, que les secuestran recibos, documentos,
ahorros y hasta su salud, en horarios y brechas digitales,
desacorazar los corazones para abrazar y contemplar lo que solo coleccionamos en álbumes del
olvido o en tuits y likes,
Así es Lola. Todo lo que nos rodea es un esperpento y hemos olvidado la convivencia y la ternura. Valorar y defender las cosas insignificantes. Precioso
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