Querido Juande,
Desde que te fuiste al otro lado, la espada de Damocles amenaza nuestro mundo y ya nada volverá a ser como antes; la entropía humana contra el planeta,
pandemias letales, puñales políticos, misiles nucleares...
En este triste y peligroso escenario, se echa de menos tu buen carácter y tu sentido del humor, para agilizar tanta locura.
Mientras tanto llegaron más brotes de esperanza con Inés y Sofía.
Tus nietas aún crecen con tu recuerdo, y Maia más deprisa de lo que te gustaría, seguro que ya eres su mejor guardaespaldas
Estamos bien
Tu María, ya levanta cabeza, va sacando su genio y aceptando su soledad acompañada; sabemos que sigues por aquí,
y te regreso leyendo, restaurando libros y buscando tus raíces para continuar escribiendo la segunda parte de la saga familiar.
Apareces por los rincones de mi casa, sorbiendo caracoles, y apurando una tableta de chocolate con tu vaso ancho de pacharán.
El árbol del amor y un trocito de jardín llevan parte de tu esencia.
También regresas de perfil, mirando el mar de Carboneras desde tu terraza...,
y entonces aparece tu sonrisa, siempre tu inefable sonrisa, un halo que trasciende lo tangible, la alegría que nos dejaste, y nos rescata de este nido de duelo interminable.
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