Mi madre me visita a menudo,
Hoy regresó mientras me maquillaba.
La recuerdo desde siempre, en la mesa del comedor, con su espejo de tocador, acicalándose para abrir la puerta de su casa como dios manda.
El día de nuestro santo se celebraba desde que mi memoria alcanza.
Ella y su eterno neceser, de donde salían montones de cosas y de colores: barras, lápices, polvos, peines...,
era el maletín de Mary Poppins, en vez del de la Srta Pepis, sin fin y sin fondo.
Me quedaba embobada viendo cómo sombreaba sus ojos y perfilaba perfectamente los labios,
que luego rellenaba de carmín color rojo fresa y los solapaba arriba y abajo para fijar mejor el color.
Sabía pintarse, y pintaba bien.
Sus cuadros cuelgan en muchas casas familiares.
Podía pasarme horas alli a su lado, disfrutando de toda aquella parafernalia.
Después, cardaba su pelo, fino y escaso, pero nadie como ella sabía darle volumen y colocarlo tan bien.
Nunca pisó una peluqueria,
y eso lo he heredado yo,
que habré ido 5 veces en mi vida.
Hoy, nuestro viernes de Dolores, estás aquí, a mi lado,
junto al espejo,
en la luz de la memoria,
y me pinto como hacias tú, perfilando y llenando de colores mis rasgos y mi vida.