Puedes creer en tu dios del Sinaí,
en un líder de largas mesas de soledad,
y en sus guerras,
fiarte del tiempo y del orden,
poner muros a la patria y a la lengua,
rezarle al mercado,
perder la memoria,
comprarte los títulos
y la excelencia.
Déjame mis batallas de dudas,
mi dios inclusivo,
y más sillas en la mesa,
los gnomos, las ninfas,
el caos de mis musas...,
la ficción que me libera,
los cinco sentidos,
el sentido del humor,
las cuatro estaciones,
y las estrellas.
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