Aunque nos queme la piel,
tapemos el sol con un dedo,
y que avance el monstruo que transforma la mentira en una especie de verdad.
En vez de la palabra, tomemos las armas
para defendernos de ellas;
siempre habrá inocentes que paguen esta distopía,
ningún puente,
no hay abrazo para el miedo, coge un rifle,
y hagamos mucho ruido,
porque el silencio nos descubre cobardes, escondidos en el lado de uno mismo, escuchando solo cantos de sirenas.
Mientras tanto, los gigantes destrozan nuestros molinos de viento
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