El sol en Tauro me renueva,
a la vez que acerca mi fecha de caducidad y me trae un poco de protagonismo.
Hoy toca hablar en primera persona, aunque ya conjugo más en pretérito y en presente.
Sigo soñándome joven, porque los sueños son caprichosos y te llevan donde quieren en el tunel del tiempo,
desdramatizo el dolor innecesario y suelto los nudos que aprietan para cuidarme de anemias emocionales,
porque la vida se detiene cuando menos te lo esperas...,
y a veces sin avisar.
Esta vuelta también se ha llevado algunos seres queridos, por eso sé que no hay mejor patrimonio que las personas que queremos y nos quieren,
sospechosas de nada,
que no se les espera
porque siempre están,
sobre todo en las malas,
que la alegría ya se celebra sola.
Soplo mis velas con pocos planes y algunos deseos al aire:
quiero que las arrugas lleven más risas que llantos y ceños fruncidos,
que nuestros pececitos sean mejores que nosotros y naden contra corriente para parar todo el desaguisado que les estamos dejando,
que viajemos limpios y ligeros como el agua de donde vinimos, sin dejar un duelo de culpas, hipérboles ni mentiras piadosas,
y nos quedemos en la memoria alegre de quien nos quiere.
Nada más
Menos nada