Leer es volver a casa.
El hogar donde me gusta estar y que siempre me espera.
Aquí viven las palabras, sentidas y consentidas,
las ilustradas y soñadas en montones de cuentos y libros infantiles sobre mi cama.
Le debo mis escapadas a Fantasía
y mi primera y más sana adicción.
Sentó cátedra en mis emociones,
y es Doctora en miedos y soledades.
Creativa y crítica contra lo impuesto y contra la idiotez.
Me volvió rebelde.
Tan enemiga de la impaciencia como de la resignación.
Me invitó a pensar.
Y es madre de la memoria,
aunque, a veces, intenten ultrajar a sus hijas con significados miserables.
Cuando abres sus puertas te abraza acogedora y generosa,
y te regala parcelas,
por si también las quieres llenar de palabras.
Un libro que te atrapa es un viaje inimaginable,
un wod mental, el mejor crossfit para fortalecer tus alas...
y volar.
¿Cómo inculcar este anhelo cuando te quedan más ganas que tiempo para disfrutarla...?
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