domingo, 28 de agosto de 2022

El armario

 Tengo un armario antiguo, evocador de secretos y de un sugerente desfile de prendas y complementos.

Adivino un abrigo sastre en color crudo y una capa de terciopelo para  noches de bohemia y tascas por aquél Madrid, un par de guantes de piel y un borsalino de buen fieltro.

Algún vestido de organdí con bordados y lazos junto a un faldón de cristianar en seda salvaje, protegidos con fundas de tela, 

bolsos de asa corta llenos de pañuelos, abanicos y algún rosario de nácar.

En sus cajones, un camisón largo de felpa, con jaretas y botones hasta el cuello, de los que daba calor y enfriaba el deseo, sobre otro de seda que él le regaló para ocasiones más atrevidas. 

Alfileres y prendedores de plata, y en una cajita de caramelos violetas algunas fotos en sepia con dedicatoria, sobre el poema que le inspiró su primer encuentro.

Tiene un espejo, testigo de arrumacos y confidencias y probablemente de algún enfado de alcoba, que poco a poco les robó los años y encorvó sus cuerpos antes de velarlos y desaparecerlos.

Cada tarde un haz de luz atraviesa su esqueleto y despierta los fantasmas del recuerdo, escondidos entre bolitas de naftalina.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ojos

Alguna vez retaron al sol y se rindieron a las estrellas. Han llorado mares de emociones,  y se han perdido ávidos y curiosos en miles de li...